Un francotirador apostado en el piso 32 de un hotel casino descargó una lluvia de balas sobre más de 20 mil espectadores que disfrutaban un concierto al aire libre. Mató a 59 personas y 527 resultaron heridas.
Un hombre apostado en el piso 32 de un hotel casino de Las Vegas descargó una lluvia de balas sobre más de 20.000 espectadores que disfrutaban de un concierto de música country al aire libre, matando a 59 personas en el tiroteo más mortífero de la historia moderna de Estados Unidos.
Asistentes al festival huyeron en estampida y gritando despavoridos en busca de algo para cubrirse, luego de pensar en un primer momento que los disparos eran fuegos artificiales, no tiros de lo que al parecer fueron ametralladoras y fusiles automáticos.
Policías de élite utilizaron explosivos para derribar la puerta de la habitación del atacante en el pulido rascacielos de ventanales dorados y se encontraron con que el hombre se había suicidado, dijeron autoridades locales.
El autor del tiroteo, identificado como Stephen Craig Paddock, de 64 años y residente en Mesquite, en el mismo estado de Nevada, tenía al menos 10 armas consigo en el hotel Mandalay Bay, incluyendo rifles, agregaron las autoridades.
En declaraciones a periodistas, el sheriff Joseph Lombardo dijo que se desconocían las motivaciones del hombre.
“En este momento, no puedo meterme en la mente de un psicópata”, dijo Lombardo, que agregó que Paddock no tenía antecedentes ni estaba en el radar de la policía antes de la matanza.
Aaron Rouse, el jefe del FBI en Las Vegas, dijo que los investigadores no encontraron evidencia que conectara el ataque a una organización extremista internacional, pese a una reivindicación del hecho por parte del grupo islamista Estado Islámico.
La matanza comenzó poco después de las 22 (hora local), cuando el cantante de country Jason Aldean cerraba el festival “Route 91 Harvest”.
El atacante, al parecer, utilizó un dispositivo similar a un martillo para romper el vidrio de la ventana de su habitación de hotel y abrió fuego contra la multitud que estaba debajo, a unos 200 metros.
La gente, amontonada en un espacio amplio y abierto, casi no tenía lugar donde esconderse, ni vías de escape. Las víctimas caían al suelo mientras otras personas huían en pánico, gritando o llorando. Algunos se ocultaron bajo sillas, puestos de venta ambulante o autos estacionados.
“Cuando dejamos las sillas, había un hombre con un tiro. Estaba todo ensangrentado e inconsciente. Corrimos, y todos se escondían por todas partes: bajo las sillas, atrás de los pilares de las torres de luces y donde podían. Y todos nos decían que corramos, ‘¡corran rápido!’”, dijo Christine, una joven, a la cadena CNN.
El atacante al parecer disparó sin obstáculos durante más de 10 minutos mientras la policía de Las Vegas intentaba frenéticamente localizar al hombre en alguna de las torres del Mandalay Bay, informó CNN en base a comunicaciones de radio entre los agentes a las que dijo haber tenido acceso.
En un mensaje a la nación desde la Casa Blanca, el presidente Donald Trump calificó el ataque de “acto de maldad pura”.
“En tiempos de tragedia y horror, Estados Unidos se une como un solo país. Y siempre lo ha hecho”, declaró el mandatario, que ordenó que las banderas ondeen a media asta en los edificios públicos y anunció que el miércoles viajará a Las Vegas para reunirse con autoridades locales, víctimas y sus familiares.
Entre los muertos hubo al menos tres policías que estaban fuera de servicio y que habían asistido al concierto.
El sheriff Lombardo dijo que las autoridades creen que fue un ataque de “lobo solitario” y agregó que la policía había hablado con la pareja del atacante, Marilou Danley, de 62 años, quien se encontraba fuera del país.
Aunque se sigue considerando que ella es una “persona de interés” en este suceso, los agentes creen que no tuvo nada que ver con la masacre, agregó.
Sobre los motivos detrás del ataque, el hermano del agresor, Eric Paddock, se mostró desconcertado.
“Ni siquiera puedo inventar algo. No hay nada” que explique ésto, dijo a periodistas.
Aunque aparentemente Paddock carecía de antecedentes criminales, su padre fue ladrón de bancos y estuvo en la lista del FBI de personas más buscadas del país luego de haber huido de una prisión en Texas en la década de 1960.
Al atribuirse el hecho, el EI dijo que el atacante era un “soldado” de su califato que se había convertido al islam meses atrás. Pero no mostró pruebas ni identificó al hombre por su nombre, y el grupo es conocido por hacer reivindicaciones poco creíbles de responsabilidad en ataques alrededor del mundo.
Hasta ayer, el tiroteo más letal de la historia moderna de Estados Unidos había tenido lugar en junio de 2016, cuando un hombre que profesaba apoyo a grupos extremistas islámicos abrió fuego dentro de un boliche gay de Orlando, Florida, y mató a 49 personas.
El tiroteo volvió a desatar el debate sobre la necesidad de controlar la posesión de armas en Estados Unidos y los reclamos de la oposición demócrata para que se aprueben mayores restricciones a su tenencia y uso.
Trump, que desde la campaña electoral de 2016 se ha alineado con la postura de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), contraria a un mayor control de armas, no hizo ninguna referencia a ese tema.
Isis se adjudicó el ataque
El Estado Islámico aseguró que el ataque armado que causó al menos 59 muertos y más de 400 heridos en la ciudad estadounidense de Las Vegas fue obra de un tirador que se convirtió al Islam algunos meses atrás, según consignaron distintos medios de prensa.
El EI se adjudicó la autoría mediante dos comunicados de prensa difundidos por la agencia Amaq, afín al grupo yihadista, en los que aseguró que el tirador era “un soldado del Estado Islámico”.
Los comunicados no mencionan al sospechoso, identificado por la Policía de Las Vegas como el Stephen Paddock, de 64 años, pero aseguran que el ataque fue “ejecutado en respuesta a las llamadas de los países de la coalición” para golpear al grupo yihadista en Irak y Siria.
El EI también se atribuyó un ataque ocurrido en junio pasado en un casino y shopping de Manila, Filipinas, donde murieron 37 personas, pero las autoridades rechazaron la afirmación y dijeron que fue obra de un filipino endeudado y adicto al juego.
Sangre y balas por todas partes
Sobrevivientes de la masacre de Las Vegas describieron escenas de muerte y desesperación, con “balas volando por todas partes” y cadáveres “en charcos de sangre”, gente despavorida que buscaba refugio detrás de lo que podía encontrar y heridos que eran evacuados en cuanto vehículo estuviera disponible.
“Cuando sonó el primer disparo, parecían fuegos artificiales. Y después terminó no sonando a fuegos artificiales para nada”, dijo un joven en declaraciones al canal local KSNV-TV cinco minutos después del final del ataque.
“Balas volando por todas partes. Todos corriendo. Fue tremendo. Las balas rebotaban por todos lados. Estaban disparando desde un lugar alto, vaciando cargador tras cargador tras cargador”, dijo el joven, que no se identificó.
Taylor Benge, un joven de 21 años, dijo a periodistas que vio “cuerpos de personas tirados en charcos de sangre”.
“A un metro y medio de donde estaba yo, hacia mi izquierda, había un hombre con una herida de bala en el mentón. Estaba muerto en el suelo”, recordó.
En medio de lo que describió como un infierno de “200 a 300 disparos”, Benge dijo que él y su hermana se arrojaron al piso, antes de poder salir del lugar sanos y salvos, aunque manchados con la sangre de otros que no corrieron la misma suerte.
“Mis jeans están cubiertos con la sangre de alguien. Mi remera está cubierta con la sangre de alguien, toda la pierna de mi hermana estaba cubierta de sangre”, agregó, citado por la cadena CNN.
El jugador profesional de póquer, actor y celebridad de Internet Dan Bilzerian se filmó huyendo del concierto blanco del ataque a tiros y dijo haber visto a una joven que recibió un balazo en la cabeza delante de él.
“La puta madre, a esta chica le dieron un disparo en la cabeza. Qué locura”, se oye a Blizerian decir durante el video, antes de afirmar que había ido a buscar un arma y que estaba regresando a la escena del tiroteo.
“Así que tuve que agarrar una pistola. Estoy volviendo. Esto es una locura. Vi a una chica cuando era baleada en la cara, (con) sus sesos colgando”, aseguró, con gritos de fondo.
Desde su privilegiado lugar en el bar del piso 64 del vecino Hotel Delano, el testigo Jake Freedman pudo ver “gente que era masacrada justo delante de nosotros”.
“Podíamos ver a cientos de personas huyendo del festival. Le pregunté a mis amigos: ¿‘esos son cuerpos cayendo al piso’? Claro, eran cuerpos cayendo al piso”, prosiguió en declaraciones a la cadena de noticias británica Sky News.
“Vimos gente que era baleada. Vimos a todos huir, y a gente que caía alcanzada por disparos. Estábamos viendo a gente correr, cuerpos que caían al piso mientras la gente corría”, agregó.
Al volver la vista hacia el escenario del concierto, Freedman se encontró con más horror. “Justo frente al escenario estaba tan bien iluminado, por las luces de un concierto profesional, que se podía ver claramente a decenas y decenas de cuerpos en el suelo, apilados unos sobre otros.
Para ese entonces, todo era “caos en masa”, y nadie sabía en quién confiar, o hacia dónde huir. “La gente estaba histérica”, dijo una vendedora en un puesto en el concierto. “No sabíamos adónde ir, para dónde correr”, agregó, en declaraciones a Fox News.
“Vimos un montón de heridas. Gente que ayudaba a otra gente, que cargaba a personas que se veían todas ensangrentadas. Las ambulancias aún no habían llegado, así que ponían a la gente en vehículos, en cualquier vehículo”, relató.
Otra vendedora, que abandonó su puesto y permaneció 30 minutos oculta detrás de un camión de cerveza, dijo que vio “caos total”.”No podías diferenciar la gente que sabía lo que ocurría de la gente que sumaba más confusión. No sabíamos qué hacer.
Un hombre que fue al concierto y que sobrevivió pese a haber recibido tres disparos dijo que subió, junto a un grupo de personas, a otros heridos a la parte trasera de su camioneta.
“Teníamos a cuatro personas en la parte de atrás de la camioneta. Al final encontramos una ambulancia y subimos a dos de los tipos a ella. Pero uno de los tipos terminó muriendo en mis brazos, porque estaba sangrando (tanto)”, contó, visiblemente conmovido, a la cadena ABC News.
Paddock, un jubilado sin antecedentes
Stephen Paddock sorprendió a su familia, sus vecinos y a las autoridades estadounidenses cuando rompió la ventana de su hotel de Las Vegas en el piso 32 y comenzó a disparar a mansalva. No tenía ni antecedentes penales ni un historial de problemas mentales o de violencia en general.
Paddock era un aficionado apostador, que jugaba fuerte en las máquinas de póker de Las Vegas y llegaba a ganar 40.000 dólares en una buena mano. Sin embargo, medios locales informaron que, según los registros públicos, Paddock no estaba tapado de deudas ni tenía grandes problemas económicos.
“¿Dónde diablos consiguió armas automáticas? Es un tipo que vivía en una casa en Mesquite y manejaba hasta Las Vegas para apostar”, contó su hermano Eric desde la puerta de su casa en Orlando, Florida, según la cadena CNN, luego de destacar que sólo hablaba de vez en cuando él y, en general, a través de mensajes de texto por el celular.
Paddock vivía en una pequeña casa en un barrio cerrado para jubilados en una localidad casi de paso de Nevada, atravesada por una importante ruta que une Las Vegas con Salt Lake City. La comunidad no era de lujo, pero tenía un campo de golf, canchas de tenis y bochas. Tenía un par de armas, pero ningún rifle.
El hombre que pasará a la historia de Estados Unidos como el autor de la peor masacre del país había trabajado como contador y, según su hermano, era un multimillonario que hizo mucho dinero invirtiendo en propiedades. Sin embargo, los medios estadounidenses sólo informaron que tenía una casa de dos habitaciones y varias propiedades en Orlando que alquilaba.
“Mi hermano no es como tú o como yo, él juega al póker de altas apuestas. Me enviaba mensajes de texto diciendo que ganó 250.000 dólares en el casino”, agregó Eric, quien le mostró a la Policía todo el chat que mantuvo en los últimos años con su hermano.
Paddock se casó y divorció dos veces, en 1980 y 1990, y desde hacía varios años vivía en Mesquite con su novia, Marilou Danley. Sus vecinos lo recordaron hoy como alguien retraído, pero tranquilo, según la agencia de noticias EFE.
“Era como vivir al lado de nadie. Uno puede ser al menos gruñón o algo. Pero no era nada, tranquilo. Nunca salía siquiera al patio trasero, a disfrutar de la naturaleza”, contó Harold Allred, un hombre que vive a sólo unas casas de Paddock. “Estaba recluido. Nunca lo conocimos”, insistió.
Mientras Paddock y su hermano nunca estuvieron en el radar de la policía, su familia sí.
Su padre, Benjamin Hoskins Paddock, fue condenado en 1960 por robar un banco e intentar atropellar a un oficial del FBI y seis años después se convirtió en uno de los hombres más buscados del país, cuando se escapó de una cárcel federal en Texas. Logró pasar desapercibido durante casi una década, hasta que atrajo la atención al abrir la primera sala de bingo autorizada en Oregon.
Stephen Paddock tenía siete años cuando su padre fue detenido y condenado, y no se sabe nada de la relación que mantuvieron más tarde, tanto en la cárcel, como cuando era un fugitivo. Benjamin Hoskins Paddock falleció en 1998.
A diferencia de pasados tiradores que protagonizaron ataques en Estados Unidos, Paddock no tenía ningún pasado militar ni “era un tipo ávido de jugar con las armas”, según destacó su hermano Eric.