Que a los estudiantes que rinden la última materia, sus compañeros y ex compañeros les hagan bromas, es una tradicional forma de terminar la carrera universitaria en algunas facultades. Pero que además de cortarles el pelo, romperles la ropa, se los golpee con ramas, alpargatas y con la mano, se le lastime la piel con parches depilatorios, incluso en la hendidura del ano y que termine la “joda” con vaselina y un palo ingresando en el recto, más que un festejo, es un delito, un vejamen, una tortura. Eso fue lo que ocurrió en el predio de la facultad de Ciencias Veterinarias de General Pico, en La Pampa.
Fueron tres los estudiantes que se recibieron juntos y a los tres se les hizo la “recibida”, aunque a uno solo se lo vejó sexualmente. Los otros dos terminaron con el pelo cortado a tijeretazos, en calzoncillos, llenos de mejunjes y ramazos, pero sentados espalda contra espalda, resignados a tanta barbarie.
Quizás sea por ello que no les tocó la peor parte. Lo que al tercer estudiante le ocurrió quedó registrado en fotos que circularon en facebook y en un video tomado desde un celular. Infopico tiene la copia de ese material pero por razones legales y para no herir la sensibilidad de los lectores, solo publica una foto que resulta representativa.
Al chico en cuestión lo tiraron boca abajo, le cortaron el pantalón y el bóxer y comenzaron a pegarle parches depilatorios, incluso en el ano, que fijaban golpeando con una alpargata para que “pegue más”. Mientras esa mortificación era llevada a cabo por dos jóvenes, otro le pegaba con la mano en la espalda y una chica le sostenía la cabeza.
Se escucha en el video la voz de otra estudiante que grita “pegale con la ojota que duele más”, todo a la vista de un número importante de personas de la facultad, en el predio que está entre los dos edificios más grandes que hay en el lugar. En el video se observan varias partes de la edificación que permiten identificar al lugar con exactitud.
La tortura siguió con el despegue de los parches, que provocó gritos de dolor en el recién recibido. La piel quedaba roja e hinchada en cada una de las partes. Y como si fuera poco el ultraje al que se lo sometía, uno de los jóvenes presentes, ya recibido, tomó un frasco de vaselina y empezó a derramarlo sobre el trasero. La operación la hizo con guantes quirúrgicos y hasta se ve como mete un dedo antes de agarrar una rama y profundizar la tortura.
No había en el lugar menos de 20 personas, incluso algunos adultos (¿administrativos? ¿profesores?). Pero nadie hizo nada. Algunos se alejaban y miraban desde al distancia, otros se reían, algunas chicas se tapaban la boca o miraban para abajo, otras chuzaban con ramas. La escena es realmente patética, por un lado de inmovilidad de la mayoría, por el otro los vejámenes de unos pocos ante una víctima totalmente reducida. A los días comenzaron a circular por facebook las fotos del vejamen entre algunos alumnos y fueron vistas por docentes.