La inflación de abril entorno al 7% golpeó fuerte a los bolsillos y mayo llegó con aumento de combustibles y, en breve, el primero de junio, la suba del 66% del subte. Así la inflación acumulada en términos interanuales en lo que va del año es del 40,2%.
Sin embargo, si se miran específicamente los precios de la canasta básica, los números se ven algo más preocupantes. Una familia tipo (dos adultos y dos menores) necesita $10.580 para no caer bajo la línea de pobreza, según revela el informe del mes de abril de FIEL. Esta cifra es un 17,6% mayor que en diciembre y un 41,5% mayor que en abril del año pasado.
Solo por el tarifazo, descontando la inflación de los bienes de la canasta básica, para una familia tipo de cuatro integrantes con dos salarios promedio, la variación de los precios en las tarifas sin considerar las subas en prepagas y en educación privada, ronda los $2300.
Con tal de mantenerse a flote las familias recurren al crédito para sostener su capacidad de consumo. En este sentido la consultora FyE elabora un índice de Capacidad de Consumo de las Familias (CCF) que muestra la variación interanual de la masa salarial total y la capacidad crediticia de las familias.
Este índice CCF, que sigue la capacidad máxima de consumo de los hogares, mostró un desalentador -8,8% interanual para el mes de abril y se anticipa una caída hasta el -9,8% para los próximos dos meses. “La capacidad de compra de las familias FyE estará mostrando una caída estimada del orden del -9% entre mayo y junio, según nuestras estimaciones, producto principalmente del aumento previsto de la tasa de inflación para los próximos meses”, señala el reporte de la consultora.
LPO habló con el director de la consultora, Hernán Hirsch y le consultó por el pronóstico de la CCF por lo que resta de 2016. “Se prolonga un deterioro que viene de hace rato, con la devaluación la variación de la capacidad de consumo de las familias pasó de ser cada vez menos positiva a ser cada vez más negativa y tocó fondo en abril con el pico inflacionario. En mayo y en junio no va a ser baja tampoco por lo que la capacidad de consumo seguirá deteriorándose”, explicó Hirsch.
Puntualmente en los meses anteriores la CCF también había sido preocupante. En enero mostró una leve suba del 0,5% respecto de igual mes del año anterior y en febrero sintió los efectos devaluatorios de lleno con una caída del -8,51%. En marzo la caída no había sido tan agresiva como resultaría el mes siguiente, la CCF mostró un deterioro del -5,21%.
“Por el lado del salario tampoco se ve un repunte porque las paritarias están demoradas y la demanda laboral seguirá contraída por la política monetaria contractiva. Y ahora también está contraído el crédito que hasta diciembre crecía. Están todos los elementos alineados para que la trayectoria de la CCF siga siendo negativa, por lo que de corto plazo no esperamos gran cosa”, agregó el consultor.
Y aunque la capacidad de consumo no predice el nivel de consumo, que en abril se retrajo otro 6,6%, según informó la CAME, Hirsch anticipa que también seguirá con caídas no tanto por la inflación sino “por la inseguridad laboral. No hay datos sólidos de empleo, pero este contexto es consistente con la caída del empleo y con baja en la demanda laboral y esto se hará sentir mediante el efecto multiplicador en los próximos meses.”
Para entender la evolución futura hay que tener en cuenta también el proyecto económico del Gobierno que apunta a promover la inversión, o sea el ahorro en detrimento de la participación del consumo. “Y esto solo se da con cambio de precios relativos que abarate el salario, haga bajar un poco la masa salarial en términos del producto y una suba de la rentabilidad para promover la inversión, si es que realmente el Gobierno quiere ir hacia eso salvo que busquen compensarlo con ahorro externo”, concluyó Hernán Hirsch.