El sábado casi mató a un hombre y el domingo salió en una batucada

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Tiene 21 años. A la vista de mucha gente acuchilló y le provocó heridas muy graves a Pablo Ilari, quien estuvo internado en el hospital de Concepción del Uruguay, con riesgo de vida; y que ahora se recupera, ya fuera de peligro, en una cama del Santa Rosa, en nuestra ciudad.

El hecho sucedió el viernes en un pool de Moreno y Caseros. Allí, un joven apodado “Polo”, sacó un arma blanca y le causó a Ilari lesiones en la base del cuello, vasos sanguíneos y tráquea. También le abrió un tajo de grandes proporciones en el abdomen inferior, con evisceración abdominal. Y finalmente le provocó una herida cortante en la pierna izquierda, con riesgo de vida.

Pese a la gravedad del hecho, desde Tribunales no hubo orden de detención contra el autor. Igual, el “presunto” autor estuvo preso un rato. Se presentó espontáneamente junto a su madre el sábado a la tardecita, e incluso habría llevado el cuchillo con el que supuestamente casi mata a Ilari. El domingo al mediodía, sin embargo, la justicia decidió excarcelarlo.

Es lo que mandan las leyes: toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario; y no se la pueda mantener en prisión excepto que existan fundamentos para pensar que puede entorpecer la investigación o fugarse.

“Polo” no se fugó. Salió en libertad y en horas de la noche se lo pudo ver en el circuito del corso, formando parte de la batucada Badeví, con un gigantesco sombrero amarillo y una camiseta de Boca sin mangas. Como nada hubiera pasado.

Es probable que en poco tiempo más la justicia disponga su detención, si es que aparecen testimonios y pruebas que lo sindiquen como autor de la agresión que, sin embargo, cometió a la vista de mucha gente.

Según trascendió, la justicia habría abierto una causa por homicidio en grado de tentativa, con lo que su situación podría ser complicada. Pero en el futuro. No ahora.

Por ahora, y gracias a las flexibilidades que el sistema penal otorga a los delincuentes, seguirá en libertad.

Los funcionarios judiciales están obligados a hacer lo que dictan las normas. Si el texto estipula que un detenido debe ser liberado, en tribunales ordenan su excarcelación. La letra es fría y desconoce de sensaciones. Los libros de leyes ignoran lo que ocurre más allá de sus tapas.

Esa rigidez del sistema penal –y la no menos rígida conducta de algunos de sus funcionarios, que podrían, alguna vez, demostrar algo de audacia- es lo que origina situaciones que a ojos del ciudadano resultan incomprensibles.