¿Es el Ébola una enfermedad del subdesarrollo o del progreso?

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Ebola

Mirada desde los balcones del sanitarismo global, la epidemia de Ébola es vista como una pesadilla africana de los últimos 40 años, una pesadilla de países con una miseria abrumadora y servicios sanitarios muy débiles.

Desde que apareció en 1976 a la fecha, ha habido allí, unos 25 brotes epidémicos que se cobraron casi 5000 víctimas.

En este momento, se está en medio de una epidemia en Liberia, Guinea Occidental, Republica Democrática del Congo y Sierra Leona.

A fines de septiembre 2014, los sanitaristas fruncieron el ceño cuando un paciente con Ébola aparece en EEUU y otro en España. Es posible que nuevos pacientes aparezcan en otros lugares; en cualquier caso es obvio que la enfermedad rompió el cerco de África a la velocidad de los vuelos intercontinentales.

Por primera vez en la historia ocurrió contagio de Ébola fuera del África cuando personal local de salud contrae la enfermedad asistiendo a los pacientes de EEUU y España.
Quedan algunas dudas sobre los mecanismos de trasmisión humano-humano, aunque se conoce que los fluidos orgánicos contienen virus y el contacto con la piel o mucosas suele ser suficiente como para infectar a otra persona. Teóricamente, el agua, los alimentos y el aire respirado no son una preocupación para el contagio.

Hay estudios serios que han puesto claro que – como el virus HIV- el Ébola proviene de animales salvajes de la selva africana (el murciélago de la fruta parece ser un reservorio natural y eventualmente algunos primates como el orangután y los gorilas también)
Es muy probable que el virus haya vivido siempre en los murciélagos de la fruta y solo haya aparecido en el hombre hace 40 años, por una transmisión directa cuya forma no conocemos bien.

¿Por qué el Ébola no aparece en New York y lo hace en ambientes como la jungla africana?

Pues bien, en los últimos decenios el cambio climático, el calentamiento del planeta, el cambio del régimen de las lluvias, ha alterado los ecosistemas africanos cosa que repercute poco en las calles neoyorkinas.

La deforestación y explotación minera intensiva a que ha sido sometida África, requirió de rutas y carreteras a través de la jungla para trasladar la producción a puertos.

La notable modificación de flora y fauna provocada por la deforestación y los movimientos humanos a las urbes, ha acercado notablemente a animales salvajes a las personas.

Las sequias y las hambrunas han empujado al hombre africano -por necesidad- a manipular carne de monos y murciélagos para consumo. Allí se sitúa el fenómeno de contagio animal-humano.

Se ha demostrado que el ritmo de reproducción de los murciélagos de la fruta se modifica con las lluvias, pues su alimento depende de ellas.

También se ha visto sincronismo entre ese fenómeno y el inicio de las epidemias de Ébola, por lo que está prácticamente demostrado que el destino de los desposeídos africanos sigue estando en manos del hombre blanco promotor del progreso.

Un ecosistema dispuesto por la naturaleza para estar confinado en la jungla africana para siempre, ha sido abierto y atravesado por “el progreso”. Donde la vida fue armónica por millones de años, donde cada ser vivo se desarrolló en equilibrio con los demás, aparece el caos introducido por el hombre (blanco) y padecido por el hombre (negro).

Habrá que investigar y lograr finalmente una vacuna para los millones de personas en riesgo de enfermar y morir. No importa el costo, el fin lo vale, lo pagará la humanidad. Ya no hay barcos, cadenas, grilletes, latigazos ni crueles capataces. Pero el sufrimiento y la muerte siempre se esconden en África.

Daniel De Michele, docente de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNER

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