Tokio (Japón): hay formas en las que las curvas del juego pueden soplar cuando menos te lo esperas. Suele funcionar como un medio para conectar a los mejores enemigos, pero a veces pone a prueba las amistades más íntimas.
En 2008, los Juegos de Beijing vieron a uno de los equipos argentinos más glamorosos de todos los tiempos, con Luis Scola de 28 años, Manu Xenophili de sexto año en la NBA, estrellas como Fabregio Oberto, Pablo Brigoni, Carlos Delphino y Andrés Nocioni. Un joven Sergio Hernández se dirigió al banquillo de la mano de su asistente Julio Lamas.
En el medio están el entrenador Hernández y el entrenador Lamas justo en el tercer lugar
Argentina perdió su primer partido contra Lituania, pero anotó 87,5 puntos en cuatro partidos en cuatro victorias consecutivas contra Australia, Croacia, Irán y Rusia. Kinóbili tuvo un juego de 32 puntos contra Irán. Scola anotó 37 contra Rusia. Argentina fue asombrosa.
Ganaron los cuartos de final contra Grecia 80-78, y luego Estados Unidos rompió el sueño del oro olímpico en las semifinales 101-81. Se llevaron el bronce, que era otra corona para esa generación.
La historia fue algo similar en 2012. La Albiceleste anotó en el grupo, mientras que Luis Scola subió por encima de los 30. Xenophili, Nocioni y otros se unieron al joven de 21 años en Fusanto Campazo. Este es su tercer viaje consecutivo a los cuatro finalistas olímpicos. Pero perdieron el dramático juego por la medalla de bronce ante Rusia y terminaron cuartos.
Es segundo del técnico Hernández y cuarto del técnico Lamas
El técnico Julio Lamas hizo todo lo que estuvo a su alcance hace nueve años. Incluso la ayuda de su asistente Sergio Hernández para subir al escenario no fue suficiente. Puedes imaginar lo que los dos entrenadores experimentaron durante esos dos años y todos los juegos íntimos y apasionantes en todo el mundo.
Ahora, Saitama Super Arena tiene otro juego cerca, estresante.
«Definitivamente es una locura», dijo el técnico argentino Sergio Hernández antes de enfrentarse a Julio Lamas y Japón. «Pero me gusta.»
Los Juegos de Tokio aún no han sido la experiencia alegre habitual para los entrenadores argentinos. Ambos lo disfrutaron; Cuando cayeron las bombas eslovenas, huyeron disfrazados.
«En los últimos 30 años, nunca he visto a un jugador dominar un partido como lo hace Luca Danzig», dijo Lamas.
Se retiraron cuando sus fuerzas atacaron el fuerte defensivo español.
«Cuando están listos, son el mejor equipo defensivo de los Juegos Olímpicos», admitió Hernández.
Los dos comandantes de piso contaron sus pérdidas y se fueron. Dos de ellos, cada uno, y cero tiempo para recoger refuerzos y refuerzos porque tienen una última batalla para decidir qué equipo quedará último del Grupo C: Argentina o Japón. Solo puede ir una persona.
«Por supuesto que quiero vencerlo. Quiero ganar. Pero sé que él también quiere ganar», dijo Sergio Hernández con una sonrisa.
Una sola victoria no es suficiente. España y Eslovenia encabezan el grupo, mientras que Argentina y Japón tienen una doble misión, (1) ganar un juego y (2) cruzar la clasificación del grupo en tercer lugar para ganar por más puntos. Los dos equipos terceros avanzan y sale el equipo con el peor récord o la peor diferencia de puntos.
Suena como un juego tenso. ¿Lo suficientemente fuerte como para romper una amistad durante una semana o dos?
«Sé que si ganamos, o si gana Japón, siempre seremos amigos como siempre», dijo el entrenador Hernández. «Es la vida. El baloncesto es nuestro trabajo, no es nuestra vida. Para mí, Julio Lamas es más que un entrenador. Es un amigo. Casi como un hermano».
Verificamos la normativa. Se puede programar una reunión del comité de emergencia para cambiar las reglas de elegibilidad y permitir que el entrenador fallido se reuna con su compañero de trabajo exitoso como asistente. Lamas a Hernández, o Hernández a Lamas. Es lo mismo para «casi hermanos».
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