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La mosquita
Noquear al Alzheimer
Por La Mosquita
Derribar la indiferencia, recuperar la capacidad de asombro, arrinconar al individualismo, agudizar la mirada y tratar de demostrar que no todo da lo mismo.
Quizás éstos sean algunos de los objetivos que La Mosquita se propone volcar en este espacio que, desde hoy, será su guarida.
Esta Mosquita, que a veces se agota de volar sobre los mismos cielos y cuyos ojos están casi gastados de mirar siempre la misma película, continuará girando allá arriba, pero un par de veces a la semana pisará los frenos, cerrará las alas y se dispondrá a intentar contarles lo que perciben sus sentidos.
No tiene más pretensiones que desahogarse, sólo quiere poder transformar en palabras lo que ven sus ojos, y no tiene más ambición que describir no sólo lo que ve, sino también lo que siente, lo que percibe, lo que le entregan sus sentidos. Ni más ni menos que eso.
El cuento, la historia, el relato, el comentario, las preguntas o lo que diablos le salga del alma será desparramado en esta página dos veces a la semana.
Le parece que ni hace falta, pero por las dudas, La Mosquita necesita aclarar que lo que le disparen sus sentidos no constituirá la verdad absoluta, ni mucho menos.
Sólo será una mirada más. Mirada que a algunas veces será más lúcida que otras. Mirada que cada tanto rengueará. Mirada que una noche se creerá una superstar y al día siguiente pedirá limosna en una esquina. Mirada que un día navegará por las estrellas y al otro tal vez se transforme en la más ciega del barrio.
Crítica o sumisa, impiadosa u obediente, feroz o disciplinada. Como sea, pero será su mirada y la quiere compartir con ustedes.
¿De qué habla esta mosca ¿A qué miradas se refiere? ¿Por qué no baja y para de delirar? Tal vez se pregunten. La Mosquita les responde (si es que se lo preguntaron): No está hablando ni quiere hablar de teoría abstracta ni de nada ligado a la filosofía kantiana.
Al contrario, la idea es poder ladrar lo que nos sucede todos los días: los precios en los súper, el cambio de Ministro de Economía, los cráter que habitan en las calles, la siesta del pueblo, los funcionarios que no siempre funcionan, los habitantes que nunca terminan de convertirse en ciudadanos, las escuelas, los prejuicios, el club, los discursos, los semáforos, los difamadores, las noches, la bicisenda, los pobres, los ricos, las licitaciones, la plaza, los sindicatos, las satisfacciones, los negocitos, los negociados, los sueldos, las certezas, las dudas, las termas que no fueron, el orgullo, el campo, la ciudad, el tránsito, las elecciones, las imposiciones, la salud, la oposición, el oficialismo, el balneario, la hipocresía, los trabajadores, los desocupados, la resignación, los meteoritos, las rutas, la iglesia, la TV, las mujeres, los viejos, los pibes, los hombres, la cultura, la ceguera, la rotonda, los aplausos, las drogas, la municipalidad, las alegrías, el centro, los barrios, los silencios, los bares, la basura, la calle ancha, y las angostas también.
Todo, en algún momento, en mayores o menores proporciones nos genera algo: una sensación. La Mosca quiere transformar en palabras las sensaciones que le provocan las cosas y los hechos. Sólo eso.
Perseguirá la idea de observar la realidad e intentará desmenuzarla. Tratará de no tomarla como un todo absoluto que la determina y nos determina, y se planteará la posibilidad de que sea al revés.
¿Cómo cumplirá con este propósito? No tiene la menor idea. Por lo pronto, comenzará haciéndose las preguntas más básicas e ingenuas que puedan existir, tapizará sus letras con una dosis de humor y le pedirá socorro a su memoria. Luego les tirará encima unas pinceladas de ironía y, cuando la ocasión lo requiera, recurrirá a algún que otro archivo.
También jugará a recortar y a tijeretear el denominado “orden natural de las cosas”, aplastará ciertos prejuicios, manifestará sus broncas, gritará carcajadas cuando algunas estanterías se vengan abajo y, sin golpes bajos, tratará de ir perdiéndole el respeto a las investiduras.
La Mosquita dibujará sus propias percepciones de los hechos en este espacio y se las regalará. Les obsequiará su mirada sobre las cosas para que ustedes la den vuelta y la trituren, o la reciban con los brazos abiertos, o le tiren un gancho de abajo y la desmayen, o la compartan y la aplaudan, o la insulten o la abracen. Para que hagan lo que sientan ganas de hacer con esa mirada.
La intención de La Mosquita es noquear a ese perverso Mal de Alzheimer que a veces pareciera devorarse todo y, en este sentido, espera que sean varios los que compartan la necesidad –cada uno con su propia mirada, obvio- de empezar, de a poco, a levantar vuelo.
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