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PERCEPCIONES. El blog de Erica Olijavetzky

28 DE AGOSTO DE 2008

Dios está en todos lados pero atiende en Capital, en el microcentro

Dios está en todos lados pero atiende en Capital, en el microcentro.

El 26 de julio del 2006 cayó un granizo terrible en Buenos Aires y fue tapa de todos los diarios, la tele no mostraba otra cosa más que las bolas de hielo que habían caído del cielo.

El 9 de julio de 2007 nevó en la Capital. Todos los medios inmortalizaron ese momento y se hablaba del cambio climático y de lo histórico que iba a ser ese día para los argentinos porque cayó nieve en la ciudad de Buenos Aires.

Este año el humo, producto de la quema de campos, ahogó a los porteños.

Barbijos  y gotitas para los ojos se vendían en los semáforos y se hablaba de lo extraña que era la ciudad pero también de cómo se quemaban los campos. En pleno conflicto con ese sector nadie sabía dónde ubicar al culpable. No se podía decir que eran los del gobierno que les incendiaban las hectáreas y tampoco se aseguraba que los chacareros provocaban la quema.

Debates y horas y horas de charla del humo en el país entero, ese humo que provenía del Delta, Ceibas, Zarate y de toda la zona limítrofe de Entre Ríos con Buenos Aires. "Cortinas de humo", "Se les lleno la cocina de humo", entre otros, eran los titulares y en lo profundo se analizaba cómo el gobierno no aplicaba un plan de apagado de ese fuego.

Las Fuerzas que debían controlarlo decían no tener el equipamiento y fue la Presidenta Cristina hasta uno de los focos y estudió el mapa y pidió que manejen el tema del fuego que estaba ahogando la ciudad Capital y dañaba la naturaleza.

Pasó.

Otros temas nos ocuparon, el voto de Cobos, las olimpíadas, y se olvidaron los incendios en esa zona. Pero el fuego volvió y corta las  rutas 12 y 14; y deja kilómetros y kilómetros de autos y camiones y colectivos varados en el asfalto, horas y horas. Quienes quieren ir de un lado a otro de los puentes Zárate y Brazo Largo saben que quieren pasar de una provincia a otra pero también saben que depende de las llamas y del viento y del humo.

Acá en Capital ya no lo saben. El viento juega a favor y el humo no llega. Entonces ¿qué importa? Ya no hay "Cortinas de humo" ni "Le llenan la cocina de humo" a los porteños. No se sabe que eso pasa a 120 kilómetros e imposibilita el traslado. Los de allá rezan para que Santa Rosa lo apague y lo calmen. Por acá ya no se habla de la quema del campo ni del humo que ahoga. Ni mandan patrullas con cámaras para que el país vea como se trabaja; ni va la Presidenta.

¿Saben por qué?

Porque Dios está en todos lados pero atiende en Capital, en el microcentro.

Erica A. Olijavetzky