Crónicas dominguenses: Una opinión valiosa

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Ilustrativa

Por Manuel Langsam (manuelangsam@hotmail.com)

El 3 de febrero de 1929 se inauguró el edificio del hospital Clara, construido por la empresa de Arturo Lound (Padre), de la Sociedad Sanitaria Israelita. Según lo reflejan los comentarios de la época, fue un hecho trascendental para Domínguez y toda la Colonia Clara. Al frente de la comisión directiva estuvieron Don Miguel Schapira y Don Adolfo Gleser. El Director en ese momento era el Dr. Liebeschutz. Pero detrás de ellos estaba el empuje y la colaboración de las entidades y pobladores, los mismos inmigrantes que junto a sus labores habituales, se preocuparon por tener, además del hospital y la farmacia, una biblioteca, sinagoga, escuela castellana y hebrea, representaciones teatrales, salón comunitario, etc.

Ese hospital brindo una atención plena a la gente de muchos kilómetros a la redonda.

Con el transcurrir del tiempo, el edificio resultó insuficiente para la atención de todos los que requerían de sus servicios y se empezó a trabajar en la idea de un segundo pabellón, ya más acorde con la época. Gran impulsor y recaudador de fondos para realizar la tarea, fue el presidente de la comisión Directiva de ese momento, Don Sebastián Aizicovich.

Con gran voluntad de trabajo y la colaboración nuevamente de instituciones y particulares, se llevó adelante la obra, que fue llevada a cabo por la empresa de Arturo Lound (Hijo)

Finalizada la misma, se organizó un gran festejo para la inauguración del segundo pabellón, un orgullo para sus impulsores.

Creo que fue por 1947. Se invitó a autoridades provinciales, locales, instituciones que aportaron para la construcción y gente tanto de Domínguez como de toda la zona de influencia.

Entre los invitados estaba un hombre de avanzada edad, Don Moisés, quien fuera integrante en la formación de la Sociedad Sanitaria Israelita y muchos años formó parte de las comisiones directivas, varias veces presidente, a quien se ubicó en la primera fila entre las autoridades e invitados especiales. Desde ahí siguió con gran interés todos los discursos y el desarrollo del acto.

Terminado el mismo y como deferencia especial, se lo invitó a recorrer las instalaciones para apreciar en detalle la construcción y todos los adelantos que poseía.

 Y ahí fue, observando la prolijidad de los consultorios con nuevo instrumental, paredes recién pintadas, baños con azulejos relucientes, muebles y ropas flamantes, luces potentes y bien distribuidas. Todo lo que para esa época representaba lo último en instalación hospitalaria.

Terminado el recorrido, quisieron conocer su opinión que esperaban  sea de asombro y total aprobación.

Y, Don Moisés ¿Qué opinión le merece el nuevo pabellón del hospital?

Don Moisés se sentó, quedo un momento callado y luego, en medio del silencio de los demás, dio su opinión con solo dos palabras:

Falta shtetica!!

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